miércoles, 10 de marzo de 2010

Monja escocesa hereda prostíbulo en Austria

La religiosa recibió de su madre la participación de un famoso burdel en Estiria.

Una monja escocesa de 55 años heredó de su madre, a la que jamás conoció, una participación en un floreciente prostíbulo en la región austríaca de Estiria.

"Cuando Linda K. murió en Estiria se pusieron en contacto con nosotros. La señora tenía bienes, pero no tenía marido o descendientes. Y tampoco había testamento", explicó al sensacionalista KronenZeitung el experto en genealogía Nicolas Forster.

De esta forma, un grupo de expertos se pusieron a trabajar para localizar al familiar más próximo a la fallecida con el fin de hacerle saber que era dueño de un boyante burdel en la región sureña de Austria.

En sus investigaciones descubrieron que Linda K. había llevado en su juventud una vida llena de experiencias como partícipe de un circo itinerante que recorrió distintos países de Europa.

Durante una serie de funciones por Reino Unido quedó embarazada y tras dar a luz dejó a su hija en adopción en un orfanato cristiano en Escocia.

Medio siglo más tarde, los expertos descubrieron que su hija, Houston L., vivía como monja en un convento cercano a Glasgow.

La religiosa no quiso saber nada del prostíbulo, por lo que decidió vender su parte en el negocio y donó el dinero resultante a un proyecto humanitario en India.

lunes, 8 de febrero de 2010

Desde Ibagué estafan a empresa Brasileña a través de internet

Por: Olga Lucía Garzón Roa - Colaboración especial para Elespectador.com
La suma asciende a $240 mil millones.


Una red internacional de estafadores de aceite Móbil - Súper 4 y Súper 1000 que funciona desde Ibagué, fue detectada por el CTI de esta ciudad.

La investigación comenzó cuando directivas de la empresa Exxonmobil de Brasil, denunciaron que les hicieron pedidos a través de internet, y fueron víctimas de una estafa de más de 240 millones de pesos.

Luego de varios meses de investigaciones, se realizaron diligencias de allanamiento y registro, se capturó a una persona que vendía el aceite y se recuperó parte del producto.

Se logró establecer plenamente que la red internacional de estafadores se encuentra en la Ciudad Ibagué y por tal motivo continúan los operativos por parte del CTI de Ibagué en coordinación con la Fiscalía 12 de Cartagena (Bolívar), para capturar a los integrantes de la agrupación, manifiestan fuentes del ente.

El fin de semana, los investigadores se tomaron diferentes establecimientos públicos en varios sectores de la ciudad que eran utilizados para la comercialización de aceite, mediante la modalidad de estafa.

El modus opeandi utilizado por esta red de estafadores es la presentación de un pedido falso vía internet, desde el barrio Atolsure, a la sede principal, ubicada en el vecino país del Brasil.

El cargue de la mercancía se hacía en la fabrica ubicada en el kilometro 11, vía el Mamonal de Cartagena, donde está ubicada la empresa Exxonmobil.

Durante varios meses se hicieron pedidos en cantidades pequeñas (cada uno aproximadamente de 15 millones de pesos) con el fin de que no se detectara el robo, pero de poco en poco, la estafa y el despacho del pedido asciende a 240 millones de pesos.

Uno de los operativos de allanamiento fue realizado en Lubricentro La 26 del Barrio Claret, donde se capturó en flagrancia por el delito de Receptación al comerciante y propietario del lugar, Luciano Botero Rodríguez, de 44 años de edad.

Allí se incautaron canecas con capacidad para 55 galones, que contenían aceite para motor Móbil Súper 1000 20W50.

También se allanó la vivienda de Bertha Hilda Acosta, en el Barrio El Carmen, en donde se incautó gran cantidad del aceite.

La señora presentó factura de ‘Lubricantes el terminal', quien también se encuentra involucrado en la Investigación.

Las personas se encuentran en libertad, puesto que el delito es excarcelable.

*
Olga Lucía Garzón Roa

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Freegans: Los 'come basura'


Freegans por las calles de Nueva York

A la mierda el Armagedón, ¡esto ya es el infierno!

Sin duda, parecemos una gran máquina registradora. Una sociedad de gigantescas vallas de neón, jingles pegajosos e interminables rebajas del 50 que nos bombardean minuto a minuto, machacando un imperio de consumo y desperdicio. Los recursos naturales, la fuerza de trabajo y hasta nuestra propia identidad llevan su etiqueta con su respectivo precio, así como cualquier otro objeto de los que se venden en los estantes de este gran supermercado en el que vivimos.

Sin embargo, en Nueva York, como en muchos otros lugares del planeta, existe una colorida milicia urbana de activistas que se resiste a darse por vencida. Para los freegans, como se les conoce en la arena de la contracultura, su lucha es una guerra a muerte contra el sistema económico. Sus armas no son bombas molotov, marchas multitudinarias o huelgas de hambre. Por el contrario, su objetivo es más irónico y aleccionador que cualquier arma de destrucción masiva: vivir del desperdicio del capitalismo desdeñando el uso del dinero y por ende librándose de sus trampas y ataduras.

No les empuja ni el hambre ni la pobreza. Asaltar cada noche los botes de basura de la gran ciudad responde simplemente al llamado de su conciencia. Es un meticuloso y orquestado despliegue de sentido común y amor por el medio ambiente, el cual se niega a tolerar cómo a diario se dejan podrir miles de toneladas de comida en perfecto estado a las afueras de restaurantes y supermercados, mientras que a escasos metros de esos lugares hay miles de personas que no tienen un trozo de comida para llevarse a la boca.

Tan solo en Estados Unidos, según cifras de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), son 350 mil toneladas de comida en buen estado las que terminan en la basura y en rellenos sanitarios cada año. Cifra que en un planeta donde 1.200 millones de personas -dos de éstos en La Gran Manzana- no tienen qué comer, rompe mucho más que el alma.

Sin embargo, la apatía moral y ética dentro del sistema en que vivimos no es algo de extrañar, aseguran los freegans, pues para los grandes restaurantes y supermercados de cadena es preferible botar la comida a la basura en vez de regalarla a los desamparados, pues formar parte de un banco de alimentos les generaría costos, tiempo y personal. Un lujo que no pueden darse en la interminable carrera por hacer dinero.

“Hoy en día no sólo se compra y se vende el cuerpo, la conciencia y la responsabilidad ambiental. Hoy todos somos, de una forma u otra, máquinas que acumulan mercancías. Y es ese instintivo afán por consumir el que ha convertido al desperdicio en nuestra forma de respirar”, dice Jane, una freeganista que lleva años recorriendo el mercado callejero neoyorquino y quien encuentra en la basura su forma predilecta de decir: “¡Viva la revolución!”.

Jane, quien se desempeña durante el día como terapista ocupacional, se refiere a la obsesión por el consumo como aquella falacia inventada por el mercado para obligarnos a desechar un tomate con una leve imperfección, un banano que se torna negro o la caja de huevos que se acerca a su fecha de vencimiento. Para ella, como para el grueso de científicos sociales, la sobreproducción alimentaria que se ve hoy en día crea una necesidad para que el precio de los alimentos sea menor. Sin embargo, esto no significa que lo que sobre o lo que no se venda se regale, pues de ser así las ventas y los precios caerían, haciendo realidad la peor pesadilla de los economistas.

Ante este panorama, la recia militancia ambiental de los freegans cobra más sentido que nunca. Mantenerse lo más alejados posible del consumo y el mercado mediante formas alternativas de subsistencia como el buceo de basuras, el reciclaje de prendas de vestir, las ferias de productos gratuitos, el transporte ecológico y el trabajo voluntario son más que prácticas obligadas para los que se hacen llamar freeganistas. Por su parte, para los más románticos, las vías de hecho también hacen parte de sus herramientas subversivas.

Boicotear productos de empresas como Adidas por usar piel de canguro en la fabricación de sus guayos, Kentucky Fried Chicken por la crianza de pollos con hormonas de crecimiento, o contra la marca de cosméticos L´Oreal que testea algunos de sus productos en animales, son algunas de las tantas campañas que esta raza de individuos lidera.

“Ellos no van a cambiar su corazón por razones éticas ni morales. La única forma de llevarlos contra las cuerdas es golpeándoles donde más les duele: en sus ventas”, añade Jane. Es por esto que cada trozo de alimento que se llevan a la boca los miembros de la también denominada Guerrilla Verde, representa un acto de control político y ambiental. ¿De dónde viene lo que estoy comiendo?, ¿cómo se cultivó?, ¿qué tipo de efectos generó sobre el medio ambiente?, ¿se explotó a seres humanos durante su producción? Son todas preguntas que quizás usted no tenga en mente a la hora de desayunar con una taza de cereal de trigo transgénico ni cuando se prepara a comer una lata de atún donde seguramente hay restos de delfines cazados ilegalmente.

“Antes de tomar cualquier decisión de lo que como o uso, me pregunto el impacto económico y social de su consumo. Cada día debo ejercitar mi conciencia y pensar como un ser humano y no como una máquina registradora”, explica Dean, un joven publicista de origen suizo, quien desde que llegó a La Gran Manzana y vio cómo había bolsas repletas de comida tiradas en la calle, juró nunca más volver a gastar un dólar en alimentos. “Para un ambientalista como yo, qué mejor forma de vivir que reciclar la comida de los demás”, concluye.

Trash Tour

Son las nueve de la noche en el Upper West Side del alto Manhattan, sin duda uno de los lugares más costosos de todo el planeta. En este barrio de Nueva York una libra de tomates ronda los diez mil pesos y el valor de la vivienda es 65% más costosa que en el resto del país. A escasos minutos de que los supermercados cinco estrellas de toda la zona inicien su oda al desperdicio, me encuentro con Spike, uno de los tantos neoyorquinos miembros de esta Guerrilla Verde. Es viernes en la noche, y mientras la ciudad se prepara para irse de fiesta, nosotros vamos a hacer un nutrido mercado. “Alístese que solo vamos a conseguir productos orgánicos, comida 100 por ciento gourmet”, me dice el chico de 24 años sin poder contener una carcajada llena de ironía, propia del que come y vive sin gastar un centavo de dólar en la capital del mundo.

Pasan cinco minutos y hombres, mujeres, jóvenes y ancianos van llegando al punto de encuentro, que horas antes se había hecho público en Internet. Un saludo fraternal entre todos combate el frío y la ansiedad de aquellos que asisten a su primer tour de recolección. “No puedo dejar de sentir expectativa y emoción por hacer algo que se opone a todo lo que odio de esta sociedad. El consumismo, los prejuicios sociales, la discriminación y el desperdicio”, confiesa Thomas, un estudiante de historia de la Universidad de Columbia.

Las reglas son claras y contundentes: cada cual toma lo que quiere y solamente lo que necesita, teniendo en cuenta que seguramente otro escuadrón de freegans vendrá más adelante en la noche en busca del mismo objetivo.

Comienza la inspección de las inmensas bolsas de basura color negro arrumadas en frente del supermercado. Las manos de todos los presentes hurgan hasta el fondo de cada bolsa en busca de los apetecidos alimentos. “Nos quieren engañar. Lo que hacen los empleados de supermercados como Dagostino’s es esconder la comida en buen estado entre cajas de cartón para evitar que la descubramos”, dice Roland, un hombre cincuentón de origen irlandés, que lleva comiendo de la basura más de 5 años.

Solo han pasado quince minutos y esta célula de recolectores ya ha encontrado lo más delicatessen del lugar. Bandejas selladas de sushi, dumplings, ensaladas orgánicas, raviolis de espinaca, fideos orientales, quesos, galletas, pan, tortas, camarones dorados y, por supuesto, un sinnúmero de frutas y vegetales. “Llevo tres años haciendo esto y no dejo de sorprenderme con la cantidad de alimentos que se botan en esta ciudad”, dice Janet, profesora de secundaria y miembro fundador de la red freegan.info. Y añade: “Con lo que hemos recogido en este solo lugar, entre carbohidratos, proteínas y vegetales, podemos hacer fácilmente una cena para quitarles el hambre a cerca de 30 personas”.

Después de guardar y cerrar hasta la última bolsa dejando el lugar como si nada hubiera pasado, nos dirigimos a nuestro próximo destino. Mientras cruzamos la calle en una especie de estampida de langostas, le pregunto a una mujer del grupo qué tan común es que se enfermen debido al consumo de alimentos en estado de descomposición. “En los años que llevo recolectando, nunca me he enfermado. Lo primero que aprendemos al cazar basuras es a ser muy meticulosos en lo que se puede y lo que no se puede comer. En cómo lavar y cocinar los alimentos. Por ejemplo con estos camarones lo único que tengo que asegurarme es que queden muy bien hervidos”.

Unas cuadras más arriba, enfrente de Gristedes, otro exclusivo supermercado de la ciudad, la incursión comienza nuevamente. Montones de pan, brownies, sopas enlatadas, pollo, quesos, ostras, yogures y mucha leche son el menú de este lugar. Así, mientras todos escogen sus productos favoritos como si estuvieran dentro de los corredores del propio supermercado, las pequeñas maletas con rodachinas que lleva cada uno de los asistentes se atiborran de alimentos que fácilmente superan los 100 dólares en valor comercial. Todo, ante la mirada atónita de los transeúntes que al pasar hacen cara de repugnancia como si se tratara de desperdicios humanos. “Hay muchos tabús y prejuicios en esta sociedad contra las personas que comen de los desperdicios. Es un estigma de degradación, como si dejáramos de ser humanos”, dice la mujer que me confiesa que prefiere que su lucha sea silenciosa y anónima, pues ha tenido que cargar el peso de la ‘letra escarlata’ por este tipo de activismo.

Después de dos horas de iniciado el tour y de haber recorrido dos supermercados, dos panaderías y un lugar de sándwiches gourmet, el grueso del grupo se reúne para hacer un balance de lo conseguido. Mientras algunos se dispersan en la inmensidad y la oscuridad de la gran ciudad, otros se disponen a cocinar el banquete. Así se le conoce a la cena que los freegans preparan con la comida recolectada, en la cual estrechan sus vínculos con la comunidad invitando a la mesa a personas desamparadas.

martes, 24 de noviembre de 2009

Frank Abagnale Jr

Frank Abagnale, Jr. (nacido el 27 de abril de 1948) fue un falsificador de cheques e impostorAtrápame si puedes, basada en su biografía escrita llamada con el mismo nombre y dirigida por Steven Spielberg. durante cinco años en la década de 1960. Actualmente dirige Abagnale and Associates, una compañía financiera de consultas de fraudes. La historia de su vida fue la inspiración para la creación de la película

En sólo cinco años trabajó con ocho identidades diferentes (aunque utilizó también otros métodos para cobrar cheques), y pasó cheques falsos por un valor total de 2,5 millones de dólares en 26 países.

Durante su adolescencia en Nueva York, Frank fue un joven muy normal hasta que supo como conseguir dinero fácil; por otro lado Frank Junior deseaba demostrar a su padre cuán lejos podía llegar en la vida.

Cuando su padre le regaló su primer automóvil usado, también lo convenció de que le prestara su tarjeta de crédito para adquirir repuestos. Con ella compró piezas qué vendió más tarde a menor precio al dueño de un taller para tener dinero en efectivo, sin embargo su padre lo descubrió.

Después notó que podía realizar fraudes bancarios de varias formas sin que nadie se percatara. Empezó a falsificar cheques; en un principio abrió varias cuentas de banco a su nombre.

Pero estos no fueron los únicos tipos de ilícitos que realizó, pues también adquirió personalidades falsas ejerciendo ilegalmente de médico, copiloto de PANAM, abogado, agente del Servicio Secreto, etc. Durante dos años Abagnale fingió ser un piloto de la agencia aérea Pan Am bajo el nombre de Frank Williams, un empleado de cortesía que necesitaba trasladarse de un país a otro. Lo logró gracias a que había obtenido un uniforme y falsificado el gafete de Pan Am. Poco a poco fue adoptando la personalidad de Frank Corners, un pediatra del hospital de Georgia, para lo que obtuvo identificaciones falsas y durante once meses “ejerció” la medicina hasta que decidió abandonar esta práctica cuando puso en riesgo la vida de un bebé. Apenas a la edad de 19 años fingió ser el abogado Robert Black, egresado de la Universidad de Harvard. Ejerció la abogacía durante varios meses. Durante sus primeros fraudes fue perseguido por el agente del FBI Sean O’Riley, a quien se le escapó en repetidas ocasiones hasta que lo capturó en Francia. Antes de cumplir 20 años Abagnale había cometido fraudes por valor de 2,5 millones de dólares, además de convertirse en el hombre más joven buscado por el FBI.

Frank Abagnale Jr. estuvo preso un año en Suiza y luego doce años en EE.UU en una prisión federal, condenado bajo los cargos de adulteración de identidad, fraude, adulteración de documentos, ejercicio ilegal de profesiones, ladrón de bancos, impostor, etc. El gobierno norteamericano le ofreció salir de prisión a cambio de colaborar en la lucha contra el fraude. Ha escrito varios libros y se hizo millonario al instalar una consultora en la detección de fraudes económicos.

miércoles, 14 de octubre de 2009

The “Little Warhols” Problem

Damien Hirst

Is the art world’s new mandate “Don’t Trust Anyone Under 50”? For collectors used to buying work by artists younger than the wines they’d serve, this week’s auctions offer slim pickings. Hardly any of the artists in the big evening sales of contemporary art at Sotheby’s and Christie’s were born after 1959. Instead, the big auctioneers (and some dealers) are packing this week with work by people (Calder, Cornell, Hofmann) right out of an art-history textbook.

Tobias Meyer, Sotheby’s gavel-wielding chief of contemporary art, says, “It is no accident that we focused on artists with longer careers” in choosing the lots this time. (Only six were born after 1959.) “We asked ourselves, ‘What artists haven’t been hyped up too much, haven’t had auction records?’ ” If significant works by some younger artists like Matthew Barney (age 42) or John Currin (46) had come up for sale, Sotheby’s would have taken them “in a second,” he says—but they didn’t. (That said, Sotheby’s slate, featuring a 1988 Kippenberger, is still “groovy,” he adds.)

Top dealers like PaceWildenstein and David Zwirner are going old school, too, showing Alex Katz and Alice Neel as collectors stream into town. Even Phillips de Pury, known for its support of young hot artists, has an auction featuring Baldessari, Judd, and Guston. The house had six Damien Hirsts in its evening sale last May, but none this time. Also MIA: Tom Friedman, Mark Bradford, and Hernan Bas. The downturn has doused collectors and dealers’ willingness to experiment, says private dealer Paul Quatrochi, who’s put his own holdings on the block recently, unsuccessfully.

Something much more subtle than a classic boom-bust cycle is going on. The art world is punishing the overly prolific, those artists who responded (in retrospect, perhaps too hastily) to stiff demand by upping supply. “There’s a winnowing,” says artnet.com critic Charlie Finch. Who was especially productive before the recession hit? Murakami and Hirst, still both under 50, get singled out by critics, as do Cecily Brown, Dana Schutz, and a host of contemporary Chinese artists. Artists whose work is plentiful or sells in editions—including many photographers—are now seeing softer numbers than those for painters like John Currin. While veterans like Cy Twombly and Bruce Nauman continued to work at the same pace, others did more work to meet the needs of galleries that had satellites or partners all over the world.

“Some artists participated in the boom by ramping up production. They set up studio factories, trying to be ‘Little Warhols’ and believing they had surpassed Warhol. But they were not better than Warhol,” says collector Ranbir Singh, who owns several Warhols, plus works by Louise Bourgeois and Currin’s Bea Arthur Naked. Now “the auction houses are underrepresenting all younger artists.” Meyer counters that there’s no age discrimination, they’re just missing works by some prolific artists who were heavily traded by speculators during the boom. “For an artist to become a commodity, he has to produce a lot of work, similar works of similar value,” so that they can “become currency.” With the market softer this season, the works for sale “don’t have a speculative element.”

Alexandra Peers
New York Magazine

viernes, 9 de octubre de 2009

‘El Escapista’ colombiano Por: Álvaro Corzo V. / Nueva York














Khalid al-Sharif, Jordi Ejarque, Gonzalo Zapater Vives, César Ortigosa Vera y David Iglesias Vieito. Cualquiera de estos nombres parecerían sacados de un cartel luminoso de la pantalla gigante. Sin embargo, lo único que tienen en común un jeque árabe, un corredor de bolsa catalán, un miembro de la curia de Asturias y un enternecedor huérfano es que todos provienen de la misma parte: la imaginación de Juan Carlos Guzmán Betancourt, un audaz timador de proporciones insospechadas. Este apuesto y carismático políglota, escapista, hombre de modales refinados y de mucho porte al vestir, no se parece en nada a aquel niño que nació en una humilde vivienda a 140 kilómetros de Cali, a las afueras de Roldanillo, Valle, en 1976.


En sus 16 años como estafador internacional, Guzmán Betancourt se convirtió en uno de los hombres más buscados en los 15 países donde su pericia y su sangre fría le permitieron realizar coreográficos y millonarios robos, que lo convirtieron en toda una leyenda en el mundo del hampa. Hoteles cinco estrellas en los centros financieros de todo el planeta se convirtieron para este audaz amigo de lo ajeno en su única fijación. Autoridades de Inglaterra, Estados Unidos, Japón, Turquía, Canadá, Jordania, Egipto, México, Tailandia, Francia, Italia, Rusia, España y Hong Kong estiman que el botín que este colombiano hurtó sobrepasa el millón y medio de dólares.

Por esto no es de extrañar que los últimos años de este intrépido impostor hayan sido todo un juego de gatos y ratones con las autoridades transnacionales. Burlar los estrictos controles fronterizos encarnando sus elaborados personajes y amparado en sus más de 22 pasaportes falsos y sus 15 diferentes alias ha sido para el colombiano toda una aventura. Sin embargo, la maratónica fuga parece haber terminado el pasado lunes, después de que fuera capturado por una patrulla fronteriza en Vermont, Estados Unidos, cuando intentaba cruzar a desde suelo canadiense. Según los reportes policiales de los últimos seis meses, a Guzmán Betancourt se le señala como presunto responsable de sendos hurtos en prestigiosos hoteles de Toronto, Quebec y Montreal.

No obstante, quienes conocen su prontuario dicen que cualquier cosa puede suceder con el “escapista”, como lo llaman, pues el enigmático delincuente cinco estrellas ya ha hecho más que honor a este nombre. En 2004 logró escaparse de una prisión británica, luego de convencer al director del centro penitenciario de que lo trasladara de urgencias a un centro médico local para atender una emergencia odontológica que él mismo había simulado.

“Así es Guzmán Betancourt. Su encanto, carisma e inteligencia lo hacen capaz de vender cubos de hielo en el Ártico”, dijo en ese entonces Andy Swindells, detective inglés que lo había arrestado meses atrás por cuestiones del azar en una calle en Londres, cuando Guzmán Betancourt se pavoneaba muy orondo a las afueras del Ritz en el Berkely Square, luciendo un traje de Valentino y un reloj Franck Muller de 13 mil dólares, el último de estos sustraído de una caja fuerte de máxima seguridad durante la maratónica serie de robos al Mandarin Hotel, el Four Seasons y el Royal Garden, entre otros seis lujosos hoteles de la capital inglesa, donde según los reportes de Scotland Yard se llevó más de 75 mil dólares en joyas, 40 mil en efectivo y un sinnúmero de tarjetas de crédito.

Junio, 2005. Guzmán Betancourt entra al hotel Merrion en el centro de Dublín. Esta vez no viste un traje Hugo Boss o Armani como es su costumbre. Las cámaras de seguridad lo registran sin sospechar que ese personaje llevaría a cabo uno de sus robos insignias ante la mirada de todos. Se dirige al último piso de este hotel, uno de los más exclusivos del mundo —una noche ronda los tres millones de pesos colombianos—. Nada en su rutina es al azar. Su reloj marca las 9:30 de la mañana, hora en que religiosamente se lleva a cabo el servicio de limpieza en los cuartos. Al abordar a la aseadora del piso le solicita que le abra su habitación, pues según le cuenta extravió su llave. Como él mismo lo anticipa, ella le dice que no puede, pero usando su encanto, le tira el anzuelo.



Luego de escabullirse durante 16 años, el timador de Roldanillo Juan Carlos Guzmán Betancourt fue capturado en EE.UU. También lo buscaban en Canadá, Japón, México, Rusia y Tailandia, entre otros países.
Juan Carlos Guzmán
Foto: Archivo El Espectador
Juan Carlos Guzmán Betancourt, escoltado por un policía, el día del juicio por robo y estafa que le hicieron en Irlanda en 2005. Luego pasó a Oriente Medio. / Fotografía de Collins Dublin, tomada de www.dailymail.com.uk

viernes, 28 de noviembre de 2008

Ahora¡


De entre las cenizas, o desde algún pedazo de un árido cerebro, resurgió mi idea de volver a la vida, volver para no detenerme y hacer lo que siempre he soñado hacer, marcar la historia, con frutos de trabajo y de vida, es por eso que como el ave fénix estamos aquí mas ahora que antes, para volver sueños en realidades, volver para poner la cara y llevar unos golpes, que mierda¡¡¡, pero así se aprende, se harán proyectos, tortas, galletas y pankekes, pero lo mas importante se vivirá cada segundo al limite, no se olvidara que se esta vivo, y se impondrá alegría y trabajo a esta vida, se aprenderá lo que haya que aprender, pero siempre con la guía de una idea, bailaremos y sentiremos la música, escucharemos y vibraremos con la naturaleza, recordé que el presente es el futuro inmediato, que como decían los viejos, no hay que dejar pa mañana lo que puedas hacer hoy, y que no hay malo conocido sino bueno por conocer, bueno en fin, pondré en practica mucho de los viejos refranes y de los nuevos, vamos con toda y por toda¡¡¡.

El Ave Fénix

" Soy el último en tu camino
la última primavera y última nieve
la última lucha para no morir.

Y henos aquí más abajo y más arriba que nunca.

De todo hay en nuestra hogera
Piñas de pino y sarmientos
Y flores más fuertes que el agua

Hay barro y rocío

La llama bajo nuestro pie la llama nos corona
A nuestros pies insectos pájaros hombres
Van a escaparse

Los que vuelan van a posarse.

El cielo está claro la tierra en sombra
Pero el humo sube al cielo
El cielo ha perdido su fuego.

La llama quedó en la tierra.

La llama es el nimbo del corazón
Y todas las ramas de la sangre
Canta nuestro mismo aire

Disipa la niebla de nuestro invierno
Hórrida y nocturna se encendió la pena
Floreció la ceniza en gozo y hermosura
Volvemos la espalda al ocaso

Todo es color de aurora. "

Paul Eluard (Francia, 1895-1952)